Finalmente, debemos demostrar -de una forma absolutamente inequívoca- que la religión musulmana no está favorecida por Dios. La forma más convincente de hacer esto es (tras las advertencias adecuadas) destruyendo totalmente varios lugares santos musulmanes, incluyendo La Meca y Medina. Deberíamos anunciar con adelanto las fechas en las que estos lugares serían destruidos, y que Alá es incapaz o no tiene interés en protegerlos. Después deberíamos, utilizando armas nucleares, proceder a vaporizar cada uno de esos lugares en secuencia. (Para evitar una pérdida innecesaria de vidas, los dos o tres primeros lugares deberían estar escasamente poblados, y a los habitantes de La Meca y Medina debería concedérseles un tiempo razonable para ser evacuados.)
- Enfrentándonos a la amenaza islámica, por Westerner, re-publicado en Gates of Vienna.
Lo mejor, los comentarios, sin duda. “Realmente creo que las ideas presentadas en el ensayo de Westerner no son tan malas.” Heh.